Cuantas veces nos hemos arrodillado, o simplemente pedido al
cielo que nos ayude en alguna situación o
se nos de algo. Lo recibimos, y no estamos conformes con eso o simplemente
queremos más.
Miles de veces pensamos que lo que le estamos pidiendo a
Dios es lo que realmente queremos. Pero nos damos cuenta, si en verdad es lo
que necesitamos o deseamos.
Un día un niño le pedía a su mamá, saliendo de la escuela,
una paleta de dulce. Todos los días insistía con lo mismo. Pero su mama decía que después.
Un fin de semana, por fin, llego con una pequeña paleta de dulce color
rojo y se la dio al pequeño en una bolsita.
El pequeño se emociono por el regalo.
Le dijo:
- que es mama!
Ella no se aguanto las ganas.
- lo que me has
estado pidiendo, dijo su mamá.
El niño se imagino que era la paleta, la abrió y vio la paleta pero se le borro la sonrisa. Su
mama se desconcertó y le dijo que si no
era lo que quería y el niño dijo si, pero ahora que la tengo creo que ya no se
me antoja. Se me antojo mejor el
chocolate de la esquina.
Y la mama le dijo porque insistías tanto entonces.
El pequeño dijo:
-es que la paleta se la vi a Juanito el de mi escuela. Pero la verdad, ahora que la veo de cerca, me
gusta más el chocolate.
El pequeño solo deseaba la paleta porque otro compañero la tenia,
pero su verdadero gusto era el
chocolate.
Leamos el siguiente pasaje.
Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus
discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba
sentado junto al camino mendigando.
47 Y oyendo que era Jesús
nazareno, comenzó a dar voces y a decir! Jesús, Hijo de David, ten misericordia
de mí!48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más!Hijo de David, ten misericordia de mí!
49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.
50 El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.
51 Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.
52 Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.
El Señor Jesús sabía que es lo que necesitaba Bartimeo, sin en
cambio aun asi le pregunto que quería que le hiciera.
Bartimeo le dijo que quería ver , y el señor Jesús se lo hizo.
Hay dos casos diferentes el niño no recibió lo que quería y
Bartimeo si, qué diferencia hay.
Muchas veces pedimos esposos,
hijos, dinero, casa,
trabajo, una mascota, un auto nuevo, salud, amor, en fin, miles de
cosas.
Y cuando llega el momento de recibirlas no estamos conformes, o
simplemente nos damos a la tarea de disfrutarlas por solo un momento y cuando
se nos pasa el encanto las empezamos a descuidar.
Pondré mi ejemplo. Muchas veces he pedido a Dios un esposo, hasta
que me encontré con esta reflexión. Dios sabe que deseo un esposo, sin en
cambio, un día en mi interior me hizo la misma pregunta que Bartimeo .que
necesitas que te haga? y conteste: un esposo.
Sin embargo no se quedo callado y me dijo:
-¿Realmente quieres un esposo, es lo que realmente te hace falta,
y para que quieres un esposo?
Al terminar, tratando de responder a esos cuestionamientos, dudaba.
Estaba pidiendo un esposo porque realmente lo deseaba, o porque
todos los de alrededor me decían que me veían sola y que me caería bien un
esposo de tal forma que ya me lo había creído.
O por ver mi edad y obedecer a las exigencias de la sociedad y las
costumbres.
Comprendí que tener un esposo conlleva: tiempo, esfuerzo, entrega amor,
servicio, paciencia, lucha y también satisfacciones, compañía, apoyo, amor,
placer.
¿Estaba dispuesta a traer a mi vida eso y sobre todo a luchar por
conservarlo? ¿Estaba lista para él?
Me puso a pensar, por no decir dudar. Y eso me llevo a ver que no
estaba totalmente segura que era el tiempo indicado, ya que si hubiera estado
completamente segura hubiera dicho como Bartimeo, quiero que me recobres la vista.
Tan segura como él. Quiero un esposo.
Este es un ejemplo de muchas peticiones que hacemos a Dios. Que ahí reside mucho el que la decepción
entre a nuestras vidas, cuando no obtenemos lo que queremos o necesitamos.
Bartimeo lo pedía porque tenía la seguridad que iba a cambiar su vida,
que sería de bendición, que lo aprovecharía al mil. Que no se iba a cansar de
disfrutarlo y sobretodo que eso le permitiría seguir a Jesús.
Pongamos a pensar y a reflexionar que lo que estamos pidiendo en
nuestras oraciones a Dios, hará lo mismo
en nuestras vidas y en las de los nuestros como lo hizo en Bartimeo. Que
estamos seguras de lo que estamos pidiendo. Que vamos a estar dispuestas y felices al aceptar los retos y beneficios que eso traerá
a nuestra vida.
Analicemos antes de orar, nuestro Padre nos escucha y dará lo
mejor a nuestras vidas.
Pidamos seguras.
Y a ti, ¿Qué quieres que Dios te dé?
Itiel.
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