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miércoles, 6 de noviembre de 2013

ESTANDO SEGURAS DE LOS QUE PEDIMOS Reflexión.


Cuantas veces nos hemos arrodillado, o simplemente pedido al cielo que nos  ayude en alguna situación o se nos de algo. Lo recibimos, y no estamos conformes con eso o simplemente queremos más.
Miles de veces pensamos que lo que le estamos pidiendo a Dios es lo que realmente queremos. Pero nos damos cuenta, si en verdad es lo que necesitamos o deseamos.





Un día un niño le pedía a su mamá, saliendo de la escuela, una paleta de dulce. Todos los días insistía con lo mismo. Pero su mama  decía que después.
Un fin de semana, por fin,  llego con una pequeña paleta de dulce color rojo y se la dio al pequeño en una bolsita.
El pequeño se emociono por el regalo.
  Le dijo:
    - que es mama!
Ella no se aguanto las ganas.
-  lo que me has estado pidiendo, dijo su mamá.
El niño se imagino que era la paleta, la abrió  y vio la paleta pero se le borro la sonrisa. Su mama se desconcertó  y le dijo que si no era lo que quería y el niño dijo si, pero ahora que la tengo creo que ya no se me antoja. Se me antojo mejor  el chocolate de la esquina.
Y la mama le dijo porque insistías tanto entonces.
El pequeño dijo:
-es que la paleta se la vi a Juanito el de mi escuela.  Pero la verdad, ahora que la veo de cerca, me gusta más el chocolate.

El pequeño solo deseaba la paleta porque otro compañero la tenia, pero su verdadero gusto  era el chocolate.






Leamos el siguiente pasaje.
Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
47 Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir! Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más!Hijo de David, ten misericordia de mí!
49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.
50 El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.
51 Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.
52 Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.



El Señor Jesús sabía que es lo que necesitaba Bartimeo, sin en cambio aun asi le pregunto que quería que le hiciera.
Bartimeo le dijo que quería ver , y el señor Jesús se lo hizo.
Hay dos casos diferentes el niño no recibió lo que quería y Bartimeo si, qué diferencia hay.
Muchas veces pedimos esposos,  hijos,  dinero,  casa,  trabajo, una mascota, un auto nuevo, salud, amor, en fin, miles de cosas.

Y cuando llega el momento de recibirlas no estamos conformes, o simplemente nos damos a la tarea de disfrutarlas por solo un momento y cuando se nos pasa el encanto las empezamos a descuidar.
Pondré mi ejemplo. Muchas veces he pedido a Dios un esposo, hasta que me encontré con esta reflexión. Dios sabe que deseo un esposo, sin en cambio, un día en mi interior me hizo la misma pregunta que Bartimeo .que necesitas que te haga? y conteste: un esposo.
Sin embargo no se quedo callado y me dijo:
-¿Realmente quieres un esposo, es lo que realmente te hace falta, y para que quieres un esposo?
Al terminar, tratando de responder a esos cuestionamientos, dudaba.
Estaba pidiendo un esposo porque realmente lo deseaba, o porque todos los de alrededor me decían que me veían sola y que me caería bien un esposo de tal forma que ya me lo había creído.
O por ver mi edad y obedecer a las exigencias de la sociedad y las costumbres.
Comprendí que tener un esposo  conlleva: tiempo, esfuerzo, entrega amor, servicio, paciencia, lucha y también satisfacciones, compañía, apoyo, amor, placer.
¿Estaba dispuesta a traer a mi vida eso y sobre todo a luchar por conservarlo? ¿Estaba lista para él?



Me puso a pensar, por no decir dudar. Y eso me llevo a ver que no estaba totalmente segura que era el tiempo indicado, ya que si hubiera estado completamente segura hubiera dicho como Bartimeo, quiero que me recobres la vista. Tan segura como él. Quiero un esposo.

Este es un ejemplo de muchas peticiones que hacemos a Dios.  Que ahí reside mucho el que la decepción entre a nuestras vidas, cuando no obtenemos lo que queremos o necesitamos.
Bartimeo lo pedía porque tenía la seguridad que iba a cambiar su vida, que sería de bendición, que lo aprovecharía al mil. Que no se iba a cansar de disfrutarlo y sobretodo que eso le permitiría seguir a Jesús.

Pongamos a pensar y a reflexionar que lo que estamos pidiendo en nuestras oraciones a Dios,  hará lo mismo en nuestras vidas y en las de los nuestros como lo hizo en Bartimeo. Que estamos seguras de lo que estamos pidiendo.  Que vamos a estar dispuestas y felices  al aceptar los retos y beneficios que eso traerá a nuestra vida.
Analicemos antes de orar, nuestro Padre nos escucha y dará lo mejor a nuestras vidas. 

Pidamos seguras.


Y a ti, ¿Qué quieres que Dios te dé?


Itiel.


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